DONACIÓN DE LIBRO CON PARTITURAS ESCRITO POR UNA ESCLAVA EN CHILE

Comentamos una noticia aparecida en el Diario El Mercurio el sábado 01 de febrero de 2014 (A12) sobre la donación a la Biblioteca Nacional de Chile de un libro de partituras conocido como "Libro Sesto" atribuido a María Antonia Palacios, el cual consiste de 98 folios que contienen, según la nota, "decenas de partituras copiadas a fines del siglo XVIII". El valor de dicho documento radica en que conserva piezas musicales con sus partituras. Los pocos testimonios de música virreinal chilena que se posee es vocal.

La historia de este documento indica que fue el musicólogo Guillermo Marchant (1950-2009) quien lo encontró en un convento, cuya orden nunca fue mencionada por el investigador por "no herir susceptibilidades eclesiásticas" debido a la situación en que fue encontrada: "entre escombros y vetustas basuras resultantes de un proceso de modernización en un antigua institución religiosa en Santiago de Chile", palabras de Marchant reproducidas por el diario chileno.

La incertidumbre en qué convento fue encontrado este documento disminuye pistas importantes para investigaciones futuras. Conocer la orden conventual que poseyo este documento puede explicar, por ejemplo, el uso de las partituras y el papel de ellas para este orden.

Una descripción más detallada en la obra es reproducida en la nota periodística de la siguiente manera:
El compendio reúne música instrumental para clave, pianoforte, salterio y ógano. La mayoría, indica el musicólogo Luis Merino, fue escrita por compositores ibéricos activos entre 1780 y 1790, como Juan Capistrano Coley, Vicente Joaquín Castillón y Juan de Lanbida. También hay piezas del austro-francés Ignaz Joseph Pleyel y del veneciano Giambattista Grazioli. Incluso está Franz Joseph Haydn, con el primer movimiento de su Sonata en Do Mayor, Hob. XVI: 35.


En la portada de dicho documento se señala el nombre de María Antonia Palacios. Según la investigación de Marchant realizada en el Archivo Histórico del Seminario Pontificio Mayor y en el Archivo Nacional, dicho nombre corresponde a una esclava afroamericana. La nota periodística profundiza en este punto: 
Marchant confirmó la existencia de una esclava de ese nombre, y revisó estudios precedentes que sostienen que en el siglo XVIII se valoraba mucho en Chile a los esclavos con capacidades musicales.
Dicha hipótesis ha sido apoyada por Rosa Soto, autora de Esclavas negras, quien estudió la vida de dicha esclava. Soto afirma que en su partida de compra se detalla que "sus labores no eran domésticas, sino de destreza musical", reporta El Mercurio. Continúa señalando lo siguiente: "Ella sabía leer e interpretar piezas religiosas, y además sabía tocar el órgano y el salterío.

Un último dato que presenta la nota es que la donación a la Bibioteca Nacional de Chile fue por intermedio de Luis Merino. El repositorio se ha comprometido a su conservación preventiva y digitalización.

Enlace de la noticia: http://impresa.elmercurio.com/Pages/NewsDetail.aspx?dt=2014-02-01&dtB=03-02-2014+0%3A00%3A00&PaginaId=12&bodyid=1 (Acceso: 19 de febrero de 2014).

Un artículo de Guillermo Marchant ("El Libro Sesto de Maria Antonia Palacios, c. 1790. Un Manuscrito musical chileno", publicado en "Revista musical chilena", vol. 53, núm. 192, julio de 1999) sobre este libro se encuentra disponible en Internet en el siguiente enlace: http://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0716-27901999019200004&script=sci_arttext.

Entrada n° 42.

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