COMPRA DE PATRIMONIO CULTURAL POR PARTE DE GOBIERNOS

Actualización: 16 de octubre de 2014.

Hace algunos días se ha dado a conocer la compra por parte del Gobierno de México del llamado “Códice Chimalpáhin” a cambio de un millón de dólares americanos, el cual estuvo a  lo largo de 187 años en posesión de la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera de Londres.

La intención de la presente entrada es, en primer lugar, recopilar la información presentada en la cobertura mediática disponible en Internet. Luego, reflexionar sobre ello a partir del caso peruano. 

Se conoce como “Códice Chimalpáhin” a tres volúmenes redactados a mano y en lengua náhuatl. Dos de ellos pertenecen a Fernando de Alva Ixtlilxóchilt (1578-1650) y el tercero  por Domingo Chimalpáhin (1579-1660) y Fernando de Alva Ixtlilxóchilt (1578-1650), dos historiadores pertenecientes a las élites indígenas: el primero descendiente de los Señores de Chalco y el segundo del vate monarca Nezahualcóyotl. Entre este corpus documental se encuentran la Crónica mexicana en español, la Crónica mexicana en náhuatl de Chimalpáhin y la Crónica Mexicáyol de Alvarado Tezozómoc.


Sobre la importancia de esta documentación, compuesto por más de cien manuscritos, algunos aún inéditos en español, Pablo de Llano del diario español El País escribe:
“La obra, por ser de autoría y de punto de vista indígena, es considerada el inicio de la historiografía mexicana. Es una fuente fundamental sobre la vida cotidiana, la sociedad y la política de antes de la colonización y también de la Nueva España. Una lectura de cómo se veían los mexicanos y de cómo los veían los españoles, además de un relato de los orígenes […]”

Otra valoración como objetos culturales y como fuentes históricas pertenece a Rafael Tena, según recoge la revista Excelsior: “consiste en que estos documentos se hicieron aquí [en México], por personas de aquí y son sobre la historia antigua de México, forman parte del patrimonio nacional como objetos, pero también por su contenido”. En ellos, profundiza Tena, investigador de la Dirección de Etnohistoria del INAH, se mantiene la importancia de la memorización en las culturas antiguas mexicanas, base para realizar relatos orales.

Como todas las cosas en la vida, este documento tiene su historia. Pablo de Llano la cuenta así:
“La historia del extravío del documento tuvo sus prolegómenos en la segunda mitad del XVII, cuando el intelectual jesuita Carlos de Sigüenza y Góngora reunió en tres volúmenes todo el códice en su biblioteca, que luego pasó a formar parte del Colegio de San Ildefonso de la ciudad de México. Ahí, en 1827, el bibliotecario del colegio, José María Luis Mora, acordó con el inglés James Thomsen, representante de la Sociedad Bíblica, intercambiar el Códice por una partida de Biblias protestantes, no con el propósito de usarlas para evangelizar sino como libros de alfabetización. Thomsen se volvió con el códice a Londres y Mora, con los años, se convertiría en un iniciador del pensamiento liberal en México”.

Desde 1982 y hasta antes de su compra, el códice se encontraba en la Biblioteca de la Universidad de Cambridge, identificado como “Manuscrito 374, Volúmenes I, II y III”. Es en ese momento cuando fue descubierto en el mundo académico y dado a conocer por Susan Schroeder y Arthur J.O. Anderson.

Otro momento de esta historia es la intención de la Sociedad Bíblica de colocar este códice, junto con otras piezas como partituras de Bach, Beethoven o Mendelssohn, en subasta por medio de la Casa Christie’s. Es así cuando interviene el Gobierno de México, específicamente del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en la persona de César Moheno, Secretario Técnico de dicha institución. En México sólo se custodiaban copias de dichos manuscritos, pero no originales. Las negociaciones empiezan a fines de abril y se prolongan hasta el 20 de mayo, un día antes de la subasta. El 18 de agosto, el códice Chimalpahin y las Obras Históricas de Fernando de Alva Ixtlilxóchitl ingresaron al territorio mexicano, los cuales fueron depositados en la bóveda de seguridad de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia. 

La entrega oficial se realiza en una ceremonia oficial en el marco del 75 aniversario del INAH y 50 del Museo Nacional de Antropología, por parte de Emilio Chuayffet Chemor, secretario de Educación Pública y recibido por Teresa Franco, directora general del INAH

Esta adquisición, según lo refiere la web del Instituto Nacional de Antropología e Historia, “representa la primera repatriación de un documento fundacional de la nación”. El historiador Miguel León-Portilla comenta sobre esta compra de un bien cultural por parte del gobierno:
“Opino que no queda otro remedio. La Unesco tiene un comité de restitución de obras culturales ilícitamente sustraídas, pero no tiene fuerza. Si la tuviera se quedarían vacíos el Louvre, el British Museum y el Museo de Berlín. Yo no conozco más que un caso de un europeo que devolvió una pieza importante: el papa Juan Pablo II, que en uno de sus viajes trajo a México el Códice Badiano, un herbario medicinal indígena del XVI que estaba en el Vaticano”.
El Gobierno de México ha utilizado este documento como una de las piezas más valiosas de la exposición “Códices mexicanos. Memorias y saberes” que se aloja en el Museo Nacional de Antropología y se podrá visitar del 18 de setiembre de 2014 al 11 de enero de 2015. Esta exposición temporal reúne un total de 44 códices, resguardados en la Bóveda de la Biblioteca del IAH, y que son expuestos en las debidas condiciones para su preservación. Sobre este aspecto, detalla Baltazar Brito, director de la Biblioteca del IAH en la ya citada Excelsior:
“Para exhibirlos lo que hicimos fue replicar las condiciones de esa bóveda y trasplantarlo por así decirlo a la sala de exposición, cada uno de los códices que se están exhibiendo tienen un control específico de la temperatura, la humedad y la luz no genera rayos UV y por consiguiente no hay calor. Se cambió el aire acondicionado y se le puso filtros para que no exista ningún daño, además de que se monitorea 24 horas al día durante todos los días que estará la exposición”.

Se prevé que después de su exhibición al público, el “Códice Chimalpáhin” será digitalizado como lo ha sido otros manuscritos de la Biblioteca del ANH, y así difundir y preservar el original.

Pensando en Perú

Luego de la información expuesta se puede precisar lo siguiente:
  • Salida del códice previa a la legislación patrimonial.
  • Debate a causa del cambio que realizó José María Mora de este corpus documental por Biblias para alfabetizar.
  • Libros depositados en bibliotecas, pero de posesión de otras instituciones.
  • Monto económico desembolsado para la compra.
  • Valoración del códice como objeto cultural y fuente histórica.
  • Usos del códice como objeto museográfico (expuesto) y documental (escaneado).
¿Qué se puede referir sobre el caso peruano?
El Perú se podría hablar de textos básicos para la historia del Perú como las crónicas pero también y quizá más importante de escritos por indígenas o, incluso mestizos. Se puede mencionar, por parte, la crónica de Guamán Poma que se encuentra en la Biblioteca de Dinamarca y la Joan de Santa Cruz Pachacuti en la Biblioteca Nacional de España. ¿Incluimos, también, las obras del Inca Garcilaso de la Vega? Se podría profundizar de la historia de estos manuscritos y de la relación entre titularidad-depósito. A diferencia del caso mexicano, aún no se han descubierto, en el caso existan, documentación producida por indígenas a modo de relatos históricos.

En cuanto a la regulación para la salida de bienes culturales del territorio peruano, se puede mencionar como primer antecedente legislativo el Decreto Supremo N° 89 emitido el 02 de abril de 1822 suscrito por Torre Tagle por orden de Bernardo de Monteagudo. Sobre el mismo, refiere Fabricio Alfredo Valencia Gibaja:
“Esta norma es el primer precedente jurídico que ubicamos en el Perú Republicano de protección del patrimonio; establece expresamente que los monumentos que quedan de la antigüedad del Perú son propiedad de la Nación, pudiendo circular libremente dentro del país, contando el gobierno con el derecho de prohibir su exportación. La extracción de piedras minerales, obras antiguas de alfarería, tejidos y demás objetos que se encontraban en las huacas fue absolutamente prohibida. El Gobierno podía otorgar licencia con propósitos de utilidad pública y sancionar el incumplimiento de esta disposición con la pérdida de la especie y una multa de 1000 pesos, asimismo encargaba a los funcionarios de aduanas velar por el cumplimiento de lo anteriormente prescrito” (http://blog.pucp.edu.pe/item/24634/el-trafico-ilicito-de-bienes-culturales-en-el-peru). 
Sin embargo no menciona nada referente a objetos impresos o manuscritos y las legislaciones siguientes serán muy ambiguos en cuanto al concepto de cultural, centrándose más en lo arqueológico y prehispánico. Ello, según el estado de nuestras investigaciones actuales, permitió la adquisición de documentos de creación pública por personas naturales, algunos extranjeros, y, luego, sacadas del país y que conforman los archivos personales de dichas personas.

Como caso concreto se puede mencionar la colección de Hans Heinrich Brünning, nacido en 1848, quien reunió 128 documentos de origen virreinal que eran de su interés particular: venta y uso de tierras agrícolas en la costa norte del Perú. Teodoro Hampe Martínez ha publicado estudiosos sobre este archivo, los cuales fueron publicados en 1997 (Jahrbuch für Geschichte Lateinamerikas, N° 34, págs. 21-52) y en 1998 (Colonial Latin American Historical Review, Vol. 7, N° 3, págs. 293-333). Hampe describe el archivo de la siguiente manera:
"Los documentos etnohistóricos de la época colonial fueron utilizados en gran medida para la composición de los cuatro fascículos de Estudios monográficos del departameno de Lambayeque, que el investigador germano publicó «cuando ya frisaba una edad avanzada y escribía bajo la presión (o, por lo menos, la urgencia) de amigos y del círculo de letrados lambayecanos». Lo que interesaba principalmente a don Enrique eran las sucesiones en el poder, el acceso y utilización de las tierras, y los nombres de personas y lugares de la civilización muchik. A falta de una ordenación cabal de los fondos, cabe señalar que este archivo de documentación incluye las siguientes categorías: testamenos de indios principales y comunes; pleitos por tierras; inventarios de bienes de personas y corporaciones; copias de provisiones reales; escrituras de venta de tierras, estancias y casas; expedientes judiciales sobre transmisión de propiedades y cuestiones de dinero; demandas por deslindes de tierras y derechos de aguas; actas de gobierno municipal; bandos gubernamentales, bulas apostólicas y papeles judiciales del siglo XIX" (1997: 28).
Será recién en la Resolución Suprema del 03 de abril de 1945 donde se prohíbe la exportación de documentos originales que se relacionen con la historia del Perú. Esta fecha marca, sin duda, un hito en cuanto a la protección del patrimonio documental. A partir de la fecha se le tratará como objetos de valor histórico, donde se podrá incluir a los libros impresos.

En el caso que se quiera solicitar la repatriación de documentos y libros integrantes del patrimonio cultural del Perú que se encuentran en el extranjero sin ninguna condición que reconozca la titularidad por parte del Estado peruano (ello abarca de crónicas virreinales depositados en bibliotecas a documentos vendidos por plataformas virtuales de subasta), se deberá tener en cuanto el año 1945. Antes de ello, según nuestro análisis, no se puede reclamar por la ausencia de regulación legislativa. Para demostrar que se encontraban en el país después de esa fecha y tenían la distinción de ser patrimonio cultural, se debe mostrar su registro o su existencia en catálogos. Para antes de 1945 sólo podría aplicarse una compra.

Otro punto a analizar es el vínculo identitario entre la población peruana con dichos objetos culturales. ¿Conoce la población peruana en general la Nueva Corónica y Buen Gobierno y/o Relación de las antigüedades de este Reino del Perú? Además de su constante uso por académicos de estas fuentes históricas, ¿están presentes en el imaginario de los peruanos? Sin duda, el constante uso de las imágenes y su empleo como argumento en diferentes discursos no se puede negar. Pero, ¿se conoce el valor historiográfico de tales escritos?

Por último, en el caso hipotético que en algún momento dichas obras se querían poner en venta, ¿estaría el gobierno de turno desembolsar la cifra seguramente desorbitante para adquiriros? Dada la aún lamentable situación actual del Sistema Nacional de Archivos y el de Bibliotecas, se duda, al menos que no sea para fines políticos. Sin embargo, la existencia de una política de compra de patrimonio cultural expresaría la intención del Estado de poseer bienes de gran valor para el país, sean de origen público como privado, pero ello sería idóneo cuando lo que ya se dispone se haya gestionado de manera eficiente y correcta.

Se tiene, al menos, experiencia, ¿con las condiciones de conservación necesarias?, en la exhibición de libros y manuscritos en exposiciones por parte del Archivo General de la Nación como de la Biblioteca Nacional del Perú (Ver http://archivosybibliotecasdelperu.blogspot.de/2013/09/invitan-escolares-conocer-libros-de.html).

Tanto el caso concreto analizado como la lubricación en la posible situación en nuestro país, sirve para preguntarnos sobre la compra de patrimonio cultural (no sólo documental o bibliográfico) por parte de gobiernos. Una nueva vía del regreso de bienes culturales a su lugar de origen, extraídos en su momento, ya sea por vacíos legales como también suscitado por ideas europeas de colonización.
Quizá lo más valioso sea el interés de formar conexiones y fortalecerles entre la población con objetos de gran valor cultural e identitario. Ello ayudaría a cambiar la visión (conocer sus valores) y actitud (acciones para su conservación, investigación y difusión) de la población ante el patrimonio cultural.

Fuentes consultadas


Las imágenes han sido extraídas de la página web del Instituto Nacional de Antropología e Historia (disponible en el siguiente enlace: http://www.inah.gob.mx/images/stories/Multimedia/Fotogalerias/2014/Septiembre/chimalpahin/demo/#img/foto1.jpg).

Anexo: Reproducción de noticias

México paga un millón de dólares por recuperar un documento fundacional
El Gobierno compra el Códice Chimalpáhin, del siglo XVII, a la Sociedad Bíblica de Londres.
La entidad británica poseía el texto desde hace 187 años y lo iba a subastar en Christie's
Pablo de Llano (México, 24 de setiembre de 2014, 00:37 CEST)
187 años después, México ha recuperado uno de sus documentos fundacionales a cambio de un millón de dólares (unos 780.000 euros). El Códice Chimalpáhin, escrito en el siglo XVII por dos historiadores indígenas, estaba desde 1827 en manos de la Sociedad Bíblica de Londres. El Gobierno mexicano logró comprarlo el pasado mes de mayo en vísperas de que saliese a subasta.
Desde la semana pasada, se expone al público en el Museo Nacional de Antropología como pieza estrella de la muestra Códices mexicanos. Memorias y saberes. “Aquí comienza la crónica y antigüedad de los mexicanos”, se lee al principio de uno del centenar de manuscritos que componen el códice, redactado en náhuatl, la lengua franca prehispánica, con pasajes en español. Sus autores fueron Domingo Chimalpáhin (1579-1660) y Fernando de Alva Ixtlilxóchitl (1578-1650), miembros de poderosos linajes locales, el primero descendiente de los Señores de Chalco y el segundo, del rey poeta Nezahualcóyotl.
La obra, por ser de autoría y de punto de vista indígena, es considerada el inicio de la historiografía mexicana. Es una fuente fundamental sobre la vida cotidiana, la sociedad y la política de antes de la colonización y también de la Nueva España. Una lectura de cómo se veían los mexicanos y de cómo los veían los españoles, además de un relato de los orígenes, como estas frases que relatan la llegada de los aztecas a Tenochtitlán –que hoy es esa megalópolis llamada México DF–:
...lugar señalado y famoso, donde crece el nopal enmedio de las aguas, donde el águila reposa y grita, donde despliega sus alas al sol y come, donde bufa la serpiente y nada el pez, donde se mezclan el agua azul y el agua amarilla, donde se incendian las aguas, donde se conocen las fatigas...
La historia del extravío del documento tuvo sus prolegómenos en la segunda mitad del XVII, cuando el intelectual jesuita Carlos de Sigüenza y Góngora reunió en tres volúmenes todo el códice en su biblioteca, que luego pasó a formar parte del Colegio de San Ildefonso de la ciudad de México. Ahí, en 1827, el bibliotecario del colegio, José María Luis Mora, acordó con el inglés James Thomsen, representante de la Sociedad Bíblica, intercambiar el Códice por una partida de Biblias protestantes, no con el propósito de usarlas para evangelizar sino como libros de alfabetización. Thomsen se volvió con el códice a Londres y Mora, con los años, se convertiría en un iniciador del pensamiento liberal en México.
El Instituto Nacional de Antropología e Historia se ha ocupado de la operación de compra de la obra. Sentado en una sala del Museo de Antropología, su Secretario Técnico, César Moheno, se resiste a valorar la pertinencia del trueque realizado por Mora. “En Historia, se sabe que no podemos juzgar el pasado de acuerdo a los valores contemporáneos”. Cuando se hizo aquel trato, hacía tan solo seis años que México se había independizado de España y el Estado todavía estaba organizando sus instituciones. En 1825 se había creado el primer museo nacional, y la primera legislación sobre patrimonio no llegó hasta mediados del XIX.
El Gobierno mexicano decidió tratar de adquirir el códice cuando supo que la Sociedad Bíblica lo iba a subastar en Christie’s junto con otras joyas suyas, como partituras de Bach, Beethoven o Mendelssohn. Moheno fue el encargado de la negociación con la casa de subastas, que empezó a finales de abril y, después de cuatro semanas de conversaciones entre oficinas de México DF, Londres y Nueva York, terminó el 20 de mayo con el acuerdo de venta. La subasta era al día siguiente.
La Sociedad Bíblica había depositado su colección de manuscritos, incluido el códice, en la Biblioteca de la Universidad de Cambridge en 1982. El Chimalpáhin, según Moheno, está en un estado de conservación excelente. Es el primer documento que se encuentra el visitante en la exposición del Museo Nacional de Antropología. En la muestra hay 44 códices, algunos tan significados como el Códice Moctezuma, que relata el sometimiento del poder indígena ante los soldados de Hernán Cortés, o el Códice Boturini, una pictografía fabulosa que representa el viaje de los aztecas hasta Tenochtitlán.
En el Boturini, si se mira con atención, se detecta un detalle extraño en la esquina inferior derecha del largo pliego, una etiqueta pegada al papel original en la que se lee en inglés una descripción del códice que comienza diciendo: "A very fine Azteck Manuscript...", un estupendo manuscrito azteca. La etiqueta fue superpuesta en 1824 en Londres con motivo de una exposición.
Ese atentado al sentido común de la conservación del patrimonio –como quien le estampa una pegatina al Guernica de Picasso explicando que representa los horrores de la guerra–, sucedió en Inglaterra tres años antes de que José María Luis Mora cambiase por unas Biblias un documento histórico irrepetible.
Decía Moheno: mejor no juzgar el pasado de acuerdo al presente. Porque si uno lo piensa, se oye gritar a las aguilas, bufar a las serpientes, las aguas incendiarse.
Disponible en: http://cultura.elpais.com/cultura/2014/09/24/actualidad/1411511834_397621.html (30 de setiembre de 2014).

"El único europeo que nos devolvió una pieza fue Juan Pablo II"
Miguel León-Portilla celebra la repatriación a México previo pago del Códice Chimalpáhin
El historiador lamenta que para recuperar patrimonio no hay más alternativa que comprarlo
Pablo de Llano (México, 14 de octubre de 2014, 01:10 CEST)
Con 88 años, Miguel León-Portilla sigue yendo a diario a su cubículo de diez metros cuadrados de la Universidad Nacional Autónoma de México, donde trabaja con tres retratos a sus espaldas: de su director de tesis, Ángel María Garibay, del franciscano 'etnógrafo' Fray Bernardino de Sahagún y otro al que el doctor presenta como “Ocho venado garra de tigre, un Señor mixteco”.
Lúcido, con la mirada brumosa y unas cejas de pelos disparados que su nieto quiere que se recorte, el autor de La visión de los vencidos(1959) es memoria viva de un campo de conocimiento que este año celebra dos aniversarios (75 del Instituto Nacional de Antropología e Historia y 50 del Museo Nacional de Antropología) con un regalo único: la repatriación a cambio de un millón de dólares del Códice Chimalpáhin, un documento del siglo XVI de autoría indígena que desde 1827 estaba en manos de la Sociedad Bíblica de Londres.
Pregunta. ¿Qué valor tiene el códice?
Respuesta. En esos tres volúmenes tenemos la versión hológrafa de Domingo Chimalpáhin, que nació en 1579 en Amecameca, junto a los volcanes, en un pueblo muy bonito; se hizo donado [sirviente] del convento de San Antonio Abad y se interesó mucho por la historia. El códice cuenta desde las edades cósmicas. Comienza con la creación bíblica, pero inserta en la creación a los hombres del Nuevo Mundo, los mete en la historia universal de la Biblia. Entonces ya se discutía de dónde venían los indios. Algunos creían que descendían de las tribus perdidas de Israel. Y él dice “Todos somos hijitos de Adán y Eva”, e incluye a los indígenas en la historia universal del cristianismo. Además nos da noticias sobre la fundación de México-Tenochtitlán, de los anteriores señoríos de Tula y de Teotihuacán, nos da una secuencia histórica de los pueblos. Ahora vamos a tener acceso a los textos de puño y letra. Y es la primera vez que México readquiere un documento sustraído de su legado histórico.
P. ¿Qué opina de que un país pague por recuperar su patrimonio?
R. Opino que no queda otro remedio. La Unesco tiene un comité de restitución de obras culturales ilícitamente sustraídas, pero no tiene fuerza. Si la tuviera se quedarían vacíos el Louvre, el British Museum y el Museo de Berlín. Yo no conozco más que un caso de un europeo que devolvió una pieza importante: el papa Juan Pablo II, que en uno de sus viajes trajo a México el Códice Badiano, un herbario medicinal indígena del XVI que estaba en el Vaticano.
P. ¿Qué otras piezas de valor están fuera de México?
R. Muchas. Por ejemplo, en la Biblioteca Vaticana hay un buen número de cócides prehispánicos, y en Madrid, en el Museo de América, está el códice Tro-Cortesiano, valiosísimo.
P. ¿Cree que algún día España lo dará?
R. Yo conozco a Felipe VI. ¡A ver si lo dona! Pero no, los españoles protestarían: ¿por qué nos quitan esto? Y quién sabe cómo salió de México. A lo mejor no fue ilícito. Cortés recibió muchos regalos del emperador Moctezuma. Es posible que este códice sea un regalo de Moctezuma. Es posible, no probable.
P. ¿Cómo definiría la relación de México con sus raíces prehispánicas?
R. La cultura mexicana tiene mucho de española, pero el mexicano común y corriente, además, tiene en su cultura el mundo indígena. Muchos tienen una vinculación directamente biológica. Y está la alimentación, influida por la dieta del chile, el maíz, el frijol, el tomate, la calabaza… También esa manera de interpretar el cristianismo, tan indígena, de sentir a Dios y a la Virgen como nuestro padre y nuestra madre. Hay aprecio por ese legado. Hay un interés enorme, porque se siente que ahí hay un origen. De hecho, eso llegó a exagerarse y a convertir el indigenismo en el antagonismo de lo hispano.
P. ¿Podría darme una definición de la identidad mexicana actual?
R. El mexicano se siente en un país propio, con sus raíces históricas profundas, con una historia convulsa, y aún con muchos problemas. Nunca olvida que los gringos nos quitaron la mitad del territorio, que su país tiene grandes litorales, grandes riquezas, que muchos gobiernos han sido muy corruptos. Tiene una religiosidad propia, simbolos propios. En buena parte, eso es el mexicano.
P. ¿Qué es ser mestizo en México?
R. Tomar nota de que descendemos mayoritariamente de poblaciones indígenas y de la presencia española. Pero los españoles también son mesticísimos. Son iberos, celtas, griegos, fenicios, cartagineses, romanos, godos, vándalos, árabes. Una vez en un avión de Sevilla a Granada, el señor que me tocó al lado me dijo, ‘¿verdad que tengo cara de árabe?’. No de moro, dijo de árabe. Y sí tenía.
P. ¿Qué es ser indígena?
R. Por desgracia, vivir en regiones de refugio, a veces aisladas. Muchas veces, no siempre, ser despreciado. Pero eso ha ido cambiando. Ahora tiene usted escritores indígenas o profesores universitarios.
P. ¿Qué es ser blanco en México?
R. Tradicionalmente ha sido estar en el sector del poder económico. Y yo creo que hasta ahora. Vaya usted a convenciones de banqueros o empresarios. En general son todos de extracción europea. Pero no creo que sean racistas. En México, más que por racismo se discrimina por el dinero. Si usted tiene una hija de origen alemán y se hace novia de un muchacho de rasgos indígenas, si ese muchacho es correcto y tiene una base económica, no creo que el padre se oponga. Aunque habrá casos que sí.
P. ¿Cómo ve el futuro de los indígenas?
R. Yo quisiera que participen activamente en la vida de México, pero conservando lo que quieran de su lengua y de su cultura, porque eso es lo que les da raíz.
P. ¿Cuál es el peor escenario?
R. Que se vayan quedando más arrinconados. En el siglo XVI, Fray Diego Durán le preguntó a un indio viejo: ‘A ver, tú dices que antes de que viniéramos nosotros no mentíais, no robabais, no matabais, no os embriagabais, no erais holgazanes, y ahora yo veo que todo eso ocurre’. El viejo respondió: ‘Mire padre: antes de ustedes nosotros teníamos nuestras costumbres y nuestras leyes, pero ustedes nos dijeron que eran cosa del diablo. ¿Y sabe qué pasó, padre? Que nos quedamos nepantla’.
Nepantla, explica el doctor León-Portilla, significa en lengua náhuatl estar en medio.
Ni en este lado ni en el otro.
Disponible en: http://cultura.elpais.com/cultura/2014/10/14/actualidad/1413241822_152633.html (15 de octubre de 2014).

Entrada n° 62.

2 comentarios:

  1. Es lamentable que en el Perú aún no exista la legislación pertinente que permita no solo otorgue su total valor a las piezas documentales (registros, contratos, manuscritos, impresos, etc.), sino que obligue el registro de todas las piezas documentarias de archivos y bibliotecas públicas y privadas (conventuales, parroquiales, colecciones privadas) para de esa manera establecer las disposiciones legales para su preservación y estudio, que nos permitirá conocer a fondo y en su real dimensión lo acontecido a lo largo de nuestra historia.

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    1. Estimado Milko, muchas gracias por tu comentario. Coincidimos contigo en la imperiosa necesidad de realizar el registro oficial de objetos documentales y bibliograficos como integrantes del patrimonio cultural patrimonio documental y bibliografíco peruano. Para ello, las entidades responsables deben idear estrategias, que estén adecuadas a la naturaleza específica de los archivos y bibliotecas (un legajo producido en la época virreinal no puede ser registrado como si fuera una momia preinca), y que también posibiliten tener acceso a dichos bienes. Conscientes del estado de las instituciones públicas que se dedican a la cultura en nuestro país, la sociedad civil debe tomar más protagonismo en la defensa de nuestra memoria histórica.

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